Una de las cosas más interesantes a la hora de conocer de otras culturas son aquellas que nos permiten aprender sobre su forma de vida, sus tradiciones, sus costumbres y además rescatar lo mejor de estas.
Ogimi es una localidad japonesa rural de 3.000 habitantes, ubicada en el norte del archipiélago de Okinawa, a unos 800 kilómetros de Tokio (Japón) y tiene algo que llama mucho la atención: es el lugar del planeta que tiene el mayor número de personas longevas. Por eso se le conoce como “la aldea de los centenarios”.
Después de varios estudios se detectaron muchas cosas que llaman la atención: además de tener una vida longeva, la gente que allí vive es sana y por sobre todo FELIZ. Estos son algunos datos que sobresalen:
A la hora de alimentarse tienen una frase, un proverbio que siempre repiten “hara hachi bu”, lo que recuerda que no se deben saciar totalmente basta con un 80% de llenar el estómago; se mantienen activos siempre en movimiento con caminatas y actividad física diaria; pertenecen a grupos, comunidades llamadas “moai” que son estructuras sociales que permiten tener amigos a lo largo de su vida con los cuales se comparte no solo las situaciones buenas sino especialmente se ayudan cuando hay momentos difíciles tanto en lo económico como en lo afectivo; y especialmente nunca dejan de trabajar, no existe la llamada jubilación o pensión.
Este vivir saludablemente, comprometidos con su grupo y de manera activa toda su vida se conoce con el nombre de “ikigai”.
Iki significa vida, y gai, valor. A pesar que no hay una traducción literal al español se considera como “propósito de vida” o “la razón que hace levantar a las personas cada día”.
Ikigai es por lo que una persona vive, lo que hace que valga la pena vivir. Todos tenemos un ikigai, pero muchos no lo tienen definido o bien lo olvidaron. La mayoría de las personas lo encuentran en su trabajo o en su familia, en el esposo o esposa, en los hijos; o en el sueño de su vida, o sus creencias religiosas, o hasta en sus hobbies.
Encontrando mi ikigai
La necesidad de generar dinero, la prisa con la que vivimos y el ser adultos nos va adormeciendo, haciéndonos perder lo que nos daba gusto y que además nos identificaba con nosotros mismos.
Hay quienes dicen que para entenderlo basta con mirar atrás, recordar lo que nos gustaba hacer y que nos hacían únicos cuando éramos chicos, cuando éramos criaturas: por ejemplo jugar con los números, hacer deportes, o pintar (ciencias, artes, etc) .
Incluso desde la psicología podría explicarse, en definitiva, tener sería tener una meta, un propósito, encontrar tu lugar en el mundo te ubica, te orienta y te hace sentir más pleno.
¿Cómo encontrar mi ikigai?
Se considera que para encontrar lo que realmente nos importa es necesario tener en cuenta cuatro puntos: las cosas que nos gusta hacer (pasión); nuestras fortalezas o lo que hacemos bien (profesión); las cosas por las que nos pagan o nos podrían pagar (vocación), y las cosas que el mundo necesita (misión)
Si nos ponemos a pensar, quizás muchos de los problemas de hoy podrían solucionarse si la gente encontrara su ikigai personal, si tuviera una razón de vivir, una razón porque vivir.
Porque al ponerlo en práctica, aumentamos nuestra autoestima, sentimos que nuestras presencia en el mundo está justificada, tiene sentido y no solo estamos. De esa forma la felicidad es una consecuencia directa de sentirnos pleno y con sentido.
Dicen que existen dos momentos fundamentales donde hallar la razón de vivir: uno es en la adolescencia antes de empezar a estudiar centrados en la formación profesional y el otro en el momento en que nos reciclamos, en la madurez de nuestros años en donde vamos pensando si dejaremos huella, donde ya no tenemos tantas presiones sociales y podemos volver a soñar con dejar algo para que se acuerden de nosotros cuando ya no estemos.
Si aún no tenés definido tu ikigai, no te preocupes, nunca es tarde para encontrarlo, para definirlo y para trabajar en él.
A la práctica
Te dejo un ejercicio unas preguntas para saber si tu trabajo, si lo que haces día a día definen tu ikigai, si estas siendo útil o si solo trabajas adormecido por el dinero.
- ¿Te irías a tu actual trabajo si no tuvieras que hacerlo?
- ¿Qué harías si no necesitaras dinero?
Tomate el tiempo para pensarlas, quizás te sorprendas con las respuestas, acordate que cuando tenés un propósito claro bien definido ese no es tu trabajo, sino tu pasión.
Por eso nunca debería dejar de hacerlo por más que la sociedad te diga que “tenés que jubilarte”. Si pensás, el maestro de corazón enseña toda su vida.
Una preguntita más: Imaginate lo siguiente ¿Cómo sería tu día perfecto si no tuvieras las obligaciones de hoy? Te recomiendo escribirlas o compartirlas con alguien cercano para poder analizarlas y ver por donde pasa tu vida. Si por lo espiritual por lo económico y si está en equilibrio.
Para terminar te dejo esa famosa cita de ese maestro y pensador chino llamado Confucio que afirmo hace casi 2500 años atrás:
“Elegí un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.
Mi adolescencia hace tiempo quedó atrás, estoy (quizás) en la otra etapa, buscando el sentido de mi vida y pensando si mis pasiones contribuyen, si dejaran huella, si dejaré un legado, si dejaré un aporte a la sociedad.
Gracias por tu tiempo, me encantaría leerte.